Rosendo Rosas

Cuando yo ya no pueda

Es tiempo de pagar y agradecer a los que me apoyaron en este hermoso camino de casado, a mis padres y a mis suegros.

No les digo donde encontré este pensamiento pero como dice mi hermano “Dios te habla de diferentes maneras“

CUANDO YO YA NO PUEDA.

El día que esté viejo y ya no sea el mismo, ten paciencia y
compréndeme. Cuando derrame comida sobre mi camisa y olvide como
atarme los zapatos, recuerda las horas que pasé enseñándote a hacer las
mismas cosas.

Si cuando converses conmigo, repito y repito la misma historia que
tú conoces de sobra como termina, no me interrumpas y escúchame. Cuando
eras pequeño, para que te durmieras, tuve que contarte miles de veces el
mismo cuento hasta que cerraras tus ojitos.

Cuando estemos reunidos y sin querer me haga mis necesidades, no
te avergüenses y compréndeme que no tento la culpa de ello, pues ya no
puedo controlarlas. Piensa cuántas veces te ayudé de niño y estuve
pacientemente a tu lado esperando a que terminaras lo que estabas haciendo.
No me reproches porque no quiera bañarme; no me regañes por ello. Recuerda
los momentos que te perseguía y los mil pretextos que inventaba para hacerte
más agradable tu aseo.

Acéptame y perdóname ya que el niño ahora soy yo. Cuando me veas
inútil e ignorante frente a todos los aparatos tecnológicos que ya no podré
entender, te suplico que me des todo el tiempo que sea necesario para no
lastimarme con tu sonrisa burlona. Acuérdate que fui yo el que te enseñó
tantas cosas, comer, vestirte y la educación para enfrentar la vida tan bien
como lo haces, son el producto de mi esfuerzo y perseverancia por tí.

Cuando en algún tiempo mientras conversemos me llegue a olvidar
del tema del que estamos hablando, dame todo el tiempo que sea necesario
hasta que yo recuerde y si no puedo hacerlo no te burles de mí. Tal vez no era
importante lo que hablaba pero a mí me bastaba con que sólo me escucharas
ese momento.

Si alguna vez ya no quiero comer, no me insistas. Se cuánto puedo
hacer y cuánto no debo hacer. También comprende que con el tiempo ya no
tengo dientes para morder ni gusto para sentir.

Cuando me fallen mis piernas por estar cansadas de andar, dame una
mano tierna para apoyarme, como lo hice yo cuando comenzaste a caminar
con tus débiles piernecitas.

Por último cuando algún día me oigas decir que ya no quiero vivir y
sólo desearía morir, no te enfades. Algún día entenderás que esto no tiene
nada que ver con tu cariño ni con cuanto te amo. Trata de comprender que ya
no vivo, sino sobrevivo y eso no es vivir. Siempre quise lo mejor para tí y he
preparado los caminos que has debido recorrer. Piensa entonces que con el
paso que me adelanto a dar estaré construyendo para ti otra ruta en otro
tiempo, pero siempre contigo.

No te sientas triste o impotente por verme como me ves. Dame tu
corazón, compréndeme y apóyame como lo hice, cuando empezaste a
vivir. De la misma manera como te he acompañado en tu sendero te ruego me
acompañes a terminar el mío. Dame amor y paciencia que yo te devolveré
gratitud y sonrisas con el inmenso amor que tengo por ti.

Hasta la próxima.

Rosendo Rosas Goiz
Sígueme
Últimas entradas de Rosendo Rosas Goiz (ver todo)
Rosendo Rosas Goiz
13 veces IRONMAN 70.3, maratonista, amante de los perros. Fundador de la Comunidad del Conocimiento A.C. Maestro y especialista en Derecho Fiscal, Contador Público Certificado y Abogado.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *