“Soy un hombre ordinario” ese es el primer concepto que me viene a la mente cuando me levanto. “Puedo hacer cosas extraordinarias” esa ni yo me la creo, por lo que de inmediato la borro de mi mente y mejor pienso – con la experiencia que he acumulado por más de 20 años puedo sobrevivir el día de hoy-.
Hace algún tiempo escuché el dicho “perro viejo ladra echado” precisamente de un contador mayor que yo. Como toda la audiencia me reí en ese momento, pero la verdad que no lo entendí; hoy con el paso de los años me queda claro ese concepto.
Pues bien, esta semana concluí una auditoría que me tenía muy preocupado. En primer lugar porque la contadora que me revisaba se pasó un año diciendo -el trabajo del contador es una porquería-, -el contador los va a meter en un problema porque es muy tonto- y cosas que prefiero no acordarme. Así transcurrió esta revisión.
Por momentos dejé que estos comentarios hicieran mella en mi autoestima (que no es muy buena), y por supuesto que hizo hacer dudar a mis queridos clientes. Ponerme a pensar en la magnitud del problema me agobiaba, así que pensé. -sí soy un contador ordinario, pero un contador ordinario EXCELENTE- así que me puse a recordar todo lo que sé sobre pruebas y visitas para no dejarme ganar.
Finalmente llego el día en que me tocaba defenderme, haciendo uso de toda mi experiencia armé una contestación al puro estilo jurídico, presentando mis argumentos y pruebas, la verdad fue el primer momento en que ví a la auditora dudar de mi capacidad técnica, al ver su cara pense – Tómala barbona- y después de varios días la llamada de su jefe para conciliar fué lo que me dió la razón. La experiencia se impuso sobre la prepotencia… hoy me tocó ganar, ya he perdido demasiado.
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