Silvino Vergara

¿Eichmann en México?

“Eichmann, tal como en vano intentó explicar en Jerusalén, nunca perteneció a las altas esferas del partido; jamás le habían informado de otra cosa que no fuera de aquello que necesitaba saber para cumplir una tarea específica y limitada.”

– Hanna Arendt.

“Eichmann en Jerusalem”, obra escrita por Hanna Arendt en 1963, hace mención de un juicio en donde la autora es enviada por la revista norteamericana The New Yorker, para reportear el juicio que se desarrollo entre 1961 y 1962 en Jerusalén, Palestina, hoy territorio de Israel, que después de la segunda guerra mundial y una vez constituido el Estado Judío, se encargaron de conformar comandos especiales para perseguir por todo el mundo –principalmente en Sudamérica- a los generales y militares del régimen Nazi, entre ellos Adolf Eichmann, -a quien se le atribuye la muerte de 4 a 6 millones de judíos- quien fue secuestrado en Buenos Aires, Argentina, -mayo de 1960- y llevado preso hasta el lugar del juicio -al no existir un tratado de extradición entre el Estado de Israel y Argentina, lo cual desató grandes polémicas jurídicas en el estado sudamericano- Le correspondió el número de proceso 40/61 del Tribunal del Distrito de Jerusalén, dentro de todos los argumentos que estuvieron en juego para su defensa, -entre ellos que la jurisdicción le correspondía a Alemania Occidental y no ha un Estado creado después de la comisión de los delitos, como es el Estado Hebreo- se analizó en esa obra, en particular: “La obediencia debida”, es decir, la excluyente de responsabilidad penal del citado general debido a que, simplemente estaba haciendo su trabajo, y por ello, los delitos que pudo cometer no son responsabilidad de él, nadie es responsable por hacer bien su trabajo que le es encomendado por sus superiores, y que juzgarlo por reclutar a los judíos, gitanos, comunistas, desvalidos para el trabajo, y conducirlos a los campos de concentración era su empleo, por ende, a decir de su defensa, no hay responsabilidad alguna, es más, después de los exámenes correspondientes –en psicología, criminalística, etc.- , se resolvió que no tenía problema alguno de tipo mental, psicológico, o bien, un odio extremo a cierto tipo de personas, como los judíos o gitanos, lo cierto es que, se reveló en esta obra -que no fue del agrado de la mayoría- que el nazismo y estos fenómenos ya citados de poder absoluto se lograron bajo la ayuda de la burocracia, de las instituciones del Estado y de la propia población, cada quien haciendo su trabajo: “a – moralizados”, es decir, sin interés alguno por los demás, sin interés de averiguar para que es el trabajo que se realiza todos los días, y cual es el efecto del empleo para la sociedad. Finalmente, fue sentenciado con la pena de muerte.

Con los sucesos de los últimos años en México desde Aguas blancas, pasando por Ayotzinapa, Apatzingan, y todos los crímenes realmente graves que se han estado sucediendo en Guerrero, Estado de México, Tamaulipas, Jalisco, y demás, con esa crueldad fuera de toda humanidad, pareciera que los responsables no son únicamente los ejecutores de estos delitos, policías, militares, agentes del ministerio público, que son los sujetos detenidos por el sistema procesados y sentenciados, ni son únicamente los ejecutores de escritorio, de nivel medio en los sistemas represores, como sintetizaba del genocidio nazi Hilberg: “No debemos olvidar que la mayor parte de las personas que participaron (en el genocidio) no dispararon rifles contra niños judíos ni vertieron gas en las cámaras…. Casi todos los burócratas redactaron memorandums, elaboraron anteproyectos, hablaron por teléfono y participaron en conferencias. Destruyeron a mucha gente sentados en sus escritorios” (BAUMAN, Zigmunt, “Modernidad y holocausto” Ediciones sequitur, Madrid, 2010) es decir, hay responsabilidad de altos funcionarios, pasando por la burocracia como quienes investigan y juzgan de esos crímenes, jueces, magistrados e incluso, ministros, pero no nos podemos excluir, esto es la ciudadanía; la población que, desde “afuera”, observa lo que le sucede a los “otros”, que como no somos “nosotros” las victimas y afectados, no hay mucho que preocuparse y menos hacer, además lo que esta sucediendo esta lejos de nuestros hogares y lugares de trabajo.

Al final de la obra del proceso a Adolf Eichmann en 1962, citó H. Arendt: “La lección más devastadora en el terreno moral de Auschwitz no es que, podríamos ser recluidos en cualquier momento sino que, podríamos ser nosotros los vigilantes de los campos de concentración.” (ARENDT, Hanna, “Eichmann en Jerusalem”, Lumen, Barcelona, 2003) Evidentemente que, los estados actuales débiles ante los poderes económicos globales, pero arbitrarios ante su población, han cambiado sus fines –regular la mejor forma de convivencia de la sociedad- por los medios, -el medio es el Estado- hoy los medios han sobrepasado a los fines, y como consecuencia deshumanizado a su población, bien se puede hacer la interrogante: ¿Eichmann en México?

Silvino Vergara Nava
Silvino Vergara Nava
Doctor en Derecho por la Universidad Panamericana, y la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Litigante en materia fiscal y administrativa. Profesor de Maestría en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y la Escuela Libre de Derecho de Puebla.

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