Gustavo Rosas

El nuevo.

doscosas copy

Después del entrenamiento de hoy, caminé desde el gimnasio hacia mi casa con la misma  sensación que tuve cuando cambié de escuela en la preparatoria:  no conozco a nadie, mis saludos tienen un cincuenta por ciento de respuestas, un treinta por ciento de miradas de extrañeza y un veinte por ciento son caras de “número equivocado”.  No soy todavía alguien significativo, soy lo que se conoce como “el nuevo”.

 

En esta ocasión le agrego que soy el alumno de más edad (es que todos son casi niños), ese que llega generalmente con cara de señor estresado y parece más bien el amigo del papá de tres cuartas partes de los asistentes.  Cuando me detengo a recuperar el aliento, después de un muy agotador “burpee”, nadie sabe si me repondré o tendré un infarto (aunque, por cierto, nadie parezca inmutarse).

 

No distingo, por ejemplo, entre un “clean” y un “truster”.  Para hacer “pull ups” uso la liga de la vergüenza (la de los que no tenemos fuerza).  Me dice mi entrenadora que hago los movimientos con mucha rigidez (supongo que piensa que no tengo remedio por que no aprendí a gatear), me dice que no subo bien los codos, que me encorvo demasiado en las “front squats” (que básicamente son lo mismo que en la primaria llamábamos sentadillas, sólo que con una barra que lastima) soy, para acabar pronto, el que lo hace todo mal… todo, con excepción de que he sido constante desde hace varios meses, punto a mi favor y mirada de extrañeza de mis compañeros de grupo que no adivinan por qué no he tirado la toalla.

 

Lo que no saben es que he sido “el nuevo” muchas veces, digamos que soy un nuevo con experiencia en ser nuevo.  No se trata de una afición puesto que normalmente lo he sido por circunstancias más allá de mi voluntad,  pero en esta ocasión lo soy por mi propia decisión, busqué un gimnasio cercano a mi casa para no fallar (tanto), es decir, me vi inmerso en el mundo del crossfit por accidente geográfico.

 

Cada vez que soy nuevo en un grupo, en la empresa de algún cliente, o en algún lugar siento un poco de temor, no puedo engañarte diciendo que no extraño los grupos en donde me conocen, en donde hasta me buscan la cara para saludarme, esos lugares  en los que “ya llegué”, en donde sentirme cómodo es la ventaja… y el problema.

 

“Renovarse o morir” es un aforismo que no podemos despreciar.   Yo creí, cuando era muchacho, que a esta edad tendría que tener todo controlado y dominado, no es así, de hecho hoy pienso que no debe ser así porque enfrentarnos a lo nuevo, o ser “el nuevo”, nos ayuda a mantenernos vigentes y a no perder los ojos del niño que se sorprenden, el espíritu del discípulo que se dispone para aprender, la alegría del viajero cada vez que descubre un nuevo lugar en el camino y el valor del guerrero que se enfrenta a pesar del miedo.

 

Regreso a mi casa y agradezco por las personas a las que amo, por los lugares conocidos y confortables, pero también agradezco por el reto que trae consigo lo nuevo.

 

Sigamos siendo los mismos, ¡pero siempre nuevos!

Gustavo Rosas Goiz
Sígueme
Últimas entradas de Gustavo Rosas Goiz (ver todo)
Gustavo Rosas Goiz
Lo mío es contar, por eso cuento lo que se cuenta. Lo que sé: cuenta.

3 Replies to “El nuevo.

  1. Felicidades, es muy bueno su articulo me encantó y me anima a seguir en un proyecto parecido y si usted siente que parece el papá pues yo parecía la abuela😂😂😂

  2. Muy buena reflexión Contador, solo que a veces la edad y la apariencia no definen la visión que los demás tengan de nosotros, y usted tiene la actitud que es lo que importa.
    un saludo

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *