Buscamos, encontramos y seguimos frustrados.
Algo está mal en esta conducta.
Es bueno pensar en grande, buscar altos ideales y fijarnos metas elevadas, pero ¿qué pasa cuando no estamos satisfechos con los pasos que damos y con lo que vamos consiguiendo?
Debemos cuidarnos de este mal que nos ataca y nos corroe cada vez más: la terrible inconsciencia que nos roba la paz.
Todos los días me encuentro con personas inconformes a pesar de que tienen gente que los ama, trabajo, sabanas limpias y un plato de sopa en la mesa, sin embargo atacan a quienes los aman porque creen que no los aman “como ellos se merecen”, que reclaman antes de agradecer y luego se frustran más aún, como dándose la razón, cuando realmente son víctimas de su propia conducta.
Veo mucho a personas que cruzan la meta con cara de angustia y a otros que lograron lo que quieren pero que envilecen su logro porque no es mejor que el de su vecino. Yo he sido así.
Mi oración de esta noche es que se me ayude a no ser ciego ante la maravilla de este día y ante este momento en el que existo, soy amado y puedo avanzar.
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