Silvino Vergara

Globalicidio

“Estados Unidos es adicto al dinero importado…
Ese dinero importado que tarde o temprano
habrá que devolver, no se gasta en la
financiación de inversiones potencialmente
rentables, sino en sostener el boom del consumo…
a su vez, por los recortes fiscales favorables
a los contribuyentes ricos.”

Zygmunt Bauman

Dentro de los fenómenos que se han presentado en la globalización por parte de los Estados, encontramos: la pérdida de la soberanía, la apertura de las fronteras en la importación de mercancías pero la clausura de las mismas para la migración, la disminución de los servicios públicos prestados por éste, la alegre apertura en las concesiones, y la triste discriminación de sus nacionales, en resumen: el achicamiento del Estado, por su parte, en el caso del Derecho observamos: la tropicalización de las instituciones jurídicas, el espejismo de los derechos humanos, la perdida de los derechos sociales, la expansión del derecho penal, la división de éste en derecho penal del ciudadano y del enemigo o de excepción, por su parte, en el caso del estatus de los ciudadanos, el tratamiento que los Estados, sus instituciones y el derecho realizan ya no es el de ciudadanos que son sujetos de derechos y obligaciones, pues son tratados gracias a las ciencias exactas y ayudados de las estadísticas, en simples datos o índices económicos, se contabilizan como un digito más, ya sea de riesgo o de éxito, lo que conlleva al peligro que sentencia el profesor argentino R. Gargarella: “las reglas económicas están pensadas para incentivar la creación de riqueza y no para mejorar la articulación social” (GARGARELLA, Roberto, “De la injusticia penal a la justicia social” Universidad de los Andes, Bogotá, 2008)

El tratar a los ciudadanos como una referencia económica más sucede que, se vuelve menos humana la relación entre el Estado y sus nacionales, por su parte, estos se ven cada día menos representados por las instituciones de éste y a su vez el propio Estado y sobre todo el derecho van perdiendo paulatinamente legitimidad, esto es que no hay razones para cumplir con las decisiones del Estado soportadas en las leyes, ya que no representan a la ciudadanía, cabe preguntarse: ¿Quién decidió implementar el Impuesto al Valor Agregado generalizado a la tasa del 16%?, ¿Qué parte de la población aprobó la existencia del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios a los alimentos no básicos, y a las bebidas refrescantes?, ¿Qué agrupaciones de abogados, estudiantes de derecho, jueces y magistrados decidieron la implementación de los juicios orales?, ya ni preguntarse de otras medidas como es la Ley Federal para la Prevención e Identificación de operaciones con recursos de procedencia ilícita, y más, en realidad, a los ciudadanos los sistemas jurídicos y sus gobernantes los consideran como un simple dato estadístico.

Y ese dato estadístico del que forman parte los ciudadanos es simplemente para considerarlos como consumidores, es evidente que el tratamiento de un ciudadano y de un consumidor es abismalmente diverso, esto es, hay una colisión permanente entre el individuo como ciudadano y como consumidor, pero hoy todos somos consumidores, el empleado, el profesionista, son consumidores, el propio estudiante en las escuelas y universidades no son alumnos se trata de simples clientes, pero también existen consumidores marginados, es decir aquellos que no tienen la capacidad de compra suficiente, y que por ello son apreciados como una carga para el Estado, sin embargo ¿El Estado hace algo por ellos?, en realidad no es así, a los consumidores marginados los tiene efectivamente aislados, en términos de Michel Foucault para ello se cuenta con los presidios y con los hospitales psiquiátricos, habría que añadir los barrios pobres. Cita al respecto el juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos E. R: Zaffaroni: “Parece pensarse que mientras los pobres se matan, al mismo tiempo se eliminan y reducen y no tienen tiempo ni oportunidad de coaligarse racionalmente.” (ZAFFARONI, Eugenio Raúl. “El Derecho Latinoamericano En La Fase Superior Del Colonialismo” Ediciones Madres de Plaza de Mayo, Buenos Aires, Argentina. 2015)

Lo cierto es que los Estados en la era de la globalización hacen muy poco por dar el tratamiento de ciudadanos a sus nacionales, que son merecedores de derechos y no únicamente de obligaciones, derechos que paulatinamente se van perdiendo. La radiografía de esa globalización esta sintetizada así: “el mercado mundial aceleró prodigiosamente el desarrollo del comercio, de la navegación y de los medios… la explotación del mercado mundial… con gran sentimiento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su base nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas y están destruyéndose continuamente. Son suplantadas por nuevas industrias, cuya introducción se convierte en cuestión vital para todas las naciones civilizadas, por industrias que ya no emplean materias primas indígenas, sino materias primas venidas de las mas lejanas regiones del mundo…” El gran problema de esta excelente radiografía de nuestra actualidad es que se escribió en el siglo XIX, concretamente en 1848 en el manifiesto del partido comunista de Carlos Marx y Federico Engels, lectura censurada, estigmatizada, desacreditada por más de cien años que ha dado como resultado esta globalización en forma de muerte de la ciudadanía, es decir en: “globalicidio”.

Silvino Vergara Nava
Silvino Vergara Nava
Doctor en Derecho por la Universidad Panamericana, y la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Litigante en materia fiscal y administrativa. Profesor de Maestría en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y la Escuela Libre de Derecho de Puebla.

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