El miedo se nota en la mirada de cada mexicano, a cada momento lanzan suspiros que están lejos de ser de enamoramiento, más bien son de un anhelo apagado y silente no expresado porque ya se conoce el final de ésta historia. No, no es el mundial… son las elecciones.
No sé cuántos artículos en internet puedan tener éste mismo título, en éstos días ya sacaron gorras, camisetas, pulseras y demás parafernalia con ésta frase.
Pero éstas palabras son un arma de doble filo y casi nadie se percata de eso.
¿Por qué esa tendencia de sólo imaginar, de que todo se quede en ilusiones adolescentes, en nada?
La melancolía se respira en el ambiente del bar de Sanborns, es imposible escapar de ella, mientras en la barra un señor limpia los vasos, el mesero prepara todo para recibir a la afición desde temprano. Ahí está el espíritu de los mexicanos.
Pero sólo ahí, y no necesariamente por convicción; se pueden observar parejas de edad avanzada, unos cuarenta años aproximadamente, que milagrosamente se deshicieron de los hijos un día antes con mucha suerte y quieren disfrutar del partido sin interrupciones, gritar groserías a sus anchas, gozar en compañía de otros como ellos que quieren apoyar a la selección pero no atravesar la desazón en caso de derrota. Y al lado, las esposas, que permanecen estoicas ante cada grito, aplauso o vituperio, y que tampoco entienden de jugadas, faltas ni quién entra o quién sale de la cancha. Revisan facebook.
Lo sé, acabo de describir un cliché, tal vez en éste momento ya estén mentándome la madre en los comentarios. Sí, también a las mujeres les gusta el futbol, lo practican, lo comentan, pero da la casualidad que ese día, en ese justo momento no había alguna por ahí.
Los meseros por su parte aprovechan para llevar y traer más bebidas, más botana, en el momento justo de la tensión, se acercan a la mesa y preguntan porque saben que los comensales están embebidos con el movimiento del esférico, responden que sí a todo, lo único que quieren es que te calles y te quites de en frente.
Llega la victoria, y no sólo me refiero al triunfo sino también a la cerveza, “ya podemos retirarnos con muchísimo gusto mi amor, a donde tu quieres, yo sólo estoy pensando en esos goles que me hiceron la tarde, vamos, hasta estoy dispuesto a tolerar una visita al centro comercial.”
Imagen encontrada en twitter.
Mientras escribo ésta columna, el bar regresa a la normalidad (o casi) y ahora se escuchan temas de política, no es del todo sombrío el ánimo pero tampoco es el júbilo ni la exaltación de hace un momento.
El panorama no se ve prometedor, la política es un sabor diferente al futbol, es amargo porque es real, porque durará más, de hecho durará SEIS LARGOS AÑOS.
Y mientras unos fingen tener un motivo de alegría y expresan “¡Ya por fin se va ese pendejo!” (refiriéndose al actual presidente), por dentro saben, SABEN, que se va pero con una muy jugosa chuleta, y que se va a un mejor lugar que ellos: VACACIONES TOTALMENTE PAGADAS.
Entonces, no nos queda mas que hundirnos en ensoñaciones futbolísticas, ahora todo cobra sentido, el territorio del mexicano es en su totalidad onírico porque ahí estamos a salvo de razonar y de HACER. La consciencia se aleja de las mentes de los ciudadanos, nos queda imaginar.
IMAGINEMOS pues COSAS CHINGONAS.
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