Silvino Vergara

El poder judicial a distancia

“Lo mas cruel de la crueldad es que se deshumaniza a sus victimas antes de destruirlas. Y la más dura de las luchas es seguir siendo humano en condiciones inhumanas”

Zygmunt Bauman (“Modernidad y Holocausto”)

Uno de los grandes cambios del Estado pre-moderno al moderno es la creación del trabajo en serie, en donde el resultado de estos procesos de producción ya no son de una sola persona, sino que se trata de productos de una masa de sujetos que participan en su creación, por ende, todos los productos son iguales, sin poder dejar parte de un símbolo o insignia de las personas que participaron en él, -contrario al trabajo artesanal- de esta forma han nacido productos cada día más lejanos de las personas que participaron en su producción, esa sociedad industrializada se expandió al propio Estado y sus instituciones como lo es el Poder Judicial: los órganos encargados de dictar sentencias, resolver controversias, que precisamente cuentan con el mismo mal, pero ahora incluyendo un aditamento aun mas grave: la tecnología.

El inconveniente de la lejanía de esas instituciones, en palabras de Zygmunt Bauman analizando el holocausto iniciado en 1941, y previniendo que en el Estado pos moderno se vuelva una práctica común, concluye: “La mayor parte de los funcionarios pueden dar órdenes sin saber cuales serán sus efectos… Resulta objetivamente difícil prever esos efectos. Tienen una idea abstracta y distante de los mismos; una idea que encuentra su mejor expresión en el lenguaje de la estadística, ese lenguaje que mide resultados sin emitir juicio alguno, y menos aún juicios morales.” (BAUMAN, Zigmunt, “Modernidad y Holocausto” Ediciones sequitur, Madrid, 2010) Efectivamente, esto sucede con las instancias judiciales, pues la lejanía del juez de la victima o bien, del propio procesado como presunto responsable de un crimen, de la parte afectada por un adeudo fiscal, por una clausura u orden de expropiación, etc., es una de las razones por las cuales hoy, nuestras instituciones hacen todo menos administrar justicia: valoran el expediente, pero no las pruebas, observan el papel, pero no el dictamen pericial, sentencian protegiendo la política de moda o pasajera, y no al derecho, resuelven sobre la formalidad y no sobre la justicia, en resumen, se resuelve exactamente como no se debe de resolver.

A esta práctica, habrá que adicionar la estadística, que es la que preocupa en los informes de los altos funcionarios, estos sujetos que son colocados con la regla inversa: “La romántica formula que recomienda que todos los burócratas, y en especial los que ocupan los puestos más elevados, “empiecen desde abajo” con el fin de que, mientras ascienden, aprendan y memoricen toda la cadena del proceso.” Así, la estadística judicial consistente en: cuantas sentencias, cuantos acuerdos, tocas y expedientes, cuantas horas hombre al mes, sin importar el fondo del asunto, la calidad de la resolución, los términos del mismo, la efectividad en su ejecución, la coherencia con el derecho que tanto se debe de proteger y tanto se viola. (VERGARA Nava, Silvino. “La utilidad de la filosofía del derecho en el derecho tributario” Editorial Porrúa, México 2009.)

Todo ello su resultado es contundente: la ilegitimidad de las instituciones del Estado pos moderno, que es el producto de los vaivenes judiciales como sostiene R. Gargarella: “Todo o casi todo es posible en materia interpretativa… tiene relevancia constitucional, con que los jueces… son los últimos intérpretes de la Constitución… nosotros, como ciudadanos, no elegimos a los jueces, ni contamos con herramientas institucionales con la que reprochar siquiera la acción de ellos… nos han privado de la capacidad institucional de reprocharles algo. Dicho sistema institucional, como bien sabemos, es compatible con una situación en la que los jueces hacen exactamente lo contrario de lo que queremos, de lo que la letra de la Constitución y el sentido común parecen indicar, y en donde la ciudadanía queda imposibilitada de accionar institucionalmente contra tal resultado…” (GARGARELLA, Roberto “El Derecho a la Protesta”, Ad Hoc, Buenos Aires, 2007) Es evidente que, este sistema burocrático se debe de trasformar, pues la lejanía de las instituciones jurisdiccionales de los justiciables representa un grave problema de impartición de justicia, pero lo que es más peligroso aun de irresponsabilidad de los funcionarios a un grado intolerante. En el mismo análisis del genocidio de seis millones de seres humanos en el siglo XX, pronuncia el sociólogo Z. Bauman: “La responsabilidad queda silenciada cuando se erosiona la cercanía… Esa separación fue la que hizo posible que miles de personas asesinaran y que millones presenciaran el asesinato sin protestar. El logro tecnológico y burocrático de la sociedad racional y moderna fue el que hizo posible esta separación.” (BAUMAN, Zigmunt, “Modernidad y Holocausto” Ediciones sequitur, Madrid, 2010) Ese es el segundo de los problemas, la tecnología que se ha convertido en un fin y no un medio, que ante la abundancia tecnológica se requiere de inventar problemas para que se pueda utilizar ésta, se ha convertido en un propio fin, y no en lo que es: una herramienta, pero este instrumento ha servido como un estimulante para deshumanizar los tribunales, juzgados, archivos, sillas y escritorios de las instituciones jurisdiccionales, y con ello provocar una irresponsabilidad judicial que no se quiere, ni menos aun intenta visualizar, menos aun resolver.

Silvino Vergara Nava
Silvino Vergara Nava
Doctor en Derecho por la Universidad Panamericana, y la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Litigante en materia fiscal y administrativa. Profesor de Maestría en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y la Escuela Libre de Derecho de Puebla.

One Reply to “El poder judicial a distancia

  1. Excelente tema! Con especial dedicatoria a los jueces y Magistrados, que detrás de un escritorio – que por cierto – ni saben cuánto cuesta, y tampoco saben cuánto cuesta la silla en la que están cómodamente sentados, ya que todo llega etiquetado y con cargo al presupuesto, que también dicho sea de paso no es el de ellos, no logran desentrañar que atrás de un expediente hay personas, y no únicamente kilos de papel, y resuelven de acuerdo a la “linea” que les ha sido encomendada. En efecto, estas personas son carentes de sensibilidad, su función es “concluir” un expediente, “deshacerse” de una incómoda carpeta, y no asumen la responsabilidad que les fue encomendada de resolver de fondo un problema. Dormirán tranquilos???

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