Sin que nos demos cuenta se nos escapan las fuerzas desde nuestros pensamientos, desde nuestras preocupaciones, desde nuestra angustia pasiva. “¿Por qué no me han llamado? ¿y si no quiere ayudarme? ¿y si no puedo? ¿Y si pasa esto o aquello? ¿Y si…”
El “monstruo de lo que pudiera ser” se hace más grande cada vez que tratamos de no mirarlo a los ojos, cada vez que “suponemos” algo que no hemos confirmado. “Estar preocupado es un trabajo de tiempo completo”, escuché decir alguna vez, es cierto.
Necesitamos robarle la vida a aquello que nos la quita…
¡Róbate la vida! no puedes vivir otra vida ni alguien más puede vivir por ti, no la puedes vivir mientras te encuentras distraído. Solo tú puedes lograr que tu camino sea el que te conviene, por eso concéntrate, estás aquí, fija bien el rumbo y respeta tu tiempo, ¡tú tiempo! piénsalo como si fuera una cita con la persona más importante del mundo, precisamente esa eres tú, esas son las personas a las que amas.
¡Qué ironía! Dios nos dio la vida y tenemos que arrebatarla, es nuestra y nos la dejamos quitar, se la entregamos a otros aunque ellos la estén desperdiciando.
No te conformes con lo que sobre, quédate con todo lo bueno.
No seas egoísta contigo mismo, al final eres el único que puede provocar el cambio que necesitas.
Piensa, da gracias, actúa en lo posible, vive, avanza, es la única manera en que puedes influir en lo que viene. Todo lo demás está en manos de Dios que, como decía San Juan de la Cruz, trabaja por ti si lo dejas de maneras que te sorprenderán.
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Muy bueno Gus, pues avancemos en ese sentido.