¿Por dónde empezar cuando se empieza de nuevo? ¿Qué es lo primero que debo hacer? Mentalmente estoy balanceándome nerviosamente como si fuera a brincar la cuerda que gira y gira golpeando el piso en cada compás, en cada vuelta, trato de captar su ritmo con mi nervioso movimiento para entrar sin ser golpeado o derribado. Ya no tengo la frescura inconsciente de la infancia con la que no importaba nada más que entrar al juego, ahora tengo el pánico escénico del adulto que evidenciará su torpeza y su carente condición física.
Soy un pacifista muy golpeado, de joven recibí no pocas patadas “deportivas” en mis entrenamientos de tae kwon do, me estresaban los combates, me estresan, prefería las formas y el acondicionamiento, pero el combate era inevitable. Me siento igual que entonces, a punto de entrar al combate, una vez más a subir la guardia, a estar atento, a guardar distancia, a no caer en las fintas del oponente…
Lo que me consuela es que, igual que de niño, ya dentro del juego la adrenalina actuaba a mi favor. Lo más violento es empezar, lo más complicado es resistir, lo mejor es haberse atrevido.
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